sábado, 5 de octubre de 2013

La viajera

La señora viajaba en la guagua. La señora iba en un asiento junto al pasillo y al subir yo quedé de pie frente a ella pues el vehículo iba casi lleno a reventar como casi siempre. Desde un primer momento quedé prendado de la viajera y la miré fijamente, tal vez de forma insolente. Ella miraba hacia un punto indeterminado de la guagua o a lo mejor a un punto no precisado en su interior, un punto situado en lo más recóndito de su alma. Al parecer viajaba sola pues no hablaba ni siquiera con la persona -un hombre- que estaba sentado a su lado. La mujer me recordaba a alguien, a algo. Estaba seguro de no haberla visto antes pues su cara no se me hubiese olvidado. Ella, allí, mantenía un influjo sobre mí: su cabeza bien proporcionada, su pelo negro, su ancha frente, sus ojos pequeños, su nariz grande y achatada y sus labios gruesos me tenían atrapado. Su cara era un canto a la placidez aun cuando en su boca no había ni un atisbo de sonrisa aunque tampoco un rictus de sufrimiento ni amargura había en ella. Era plácida su cara...

Y entonces la memoria funcionó y a mí conciencia vino el motivo de mi interés por la viajera: era (o había sido seguramente) la modelo que tomó Plácido Fleitas para tallar su Cabeza de la Mujer Canaria. Era ella prototipo de la mujer tirajanera que llevó al genial escultor a hacer su obra, a esculpir esta Cabeza y la serie Muchachas del Sur. Las proporciones perfectas de la cabeza de la viajera, su negro pelo, su frente, sus ojos, sus rasgos negroides me tenían, con razón, tan interesado.

1 comentario:

  1. Querido amigo: te estás saliendo como narrador en esta nueva etapa de "escenas palmenses". Mi felicitación sincera.
    Un fuerte abrazo

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