En la guagua vemos un cartel que nos llega al alma pues nos piden con él una sonrisa. Mejor aún, nos piden ayuda para dibujar una sonrisa, que serán muchas si muchos ayudamos. Al verlo nos vino a la memoria cuando, hace años, veíamos por las calles de la ciudad a niñas y a niños y a señoritas pidiendo por la Obra Social de San Juan de Dios. Coincidía la cuestación casi con la celebración de la festividad de este santo que tanto hizo y sigue haciendo por los niños necesitados de atención y cariño por tener dependencia por discapacidad. Este año, con la Covid no hemos podido ver las huchas que nos tendían pidiendo nuestra colaboración y de ahí este hermoso cartel. Pensamos que para ellos, para los niños y adultos necesitados y para los Hermanos y personal de la Ciudad San Juan de Dios nuestras sonrisas son necesarias, y nuestras oraciones. Esas sonrisas que los niños dibujarán con nuestra mayor o menor ayuda. Todas se agradecen, seguro.
Nada mejor que un día lleno de brumas, como en Londres, en un carnaval distinto y desaborío por mor de la Covid que el diablo confunda. La calina nos tenía a media vela y no se veía con claridad ni p'allí ni p'acá. Parecía que todo, todito, todo, estuviera disfrazado de polvo en suspensión. De pronto, la guardia. La guardia que apareció en la calle Luis Morote como si ésta fuera el Palacio de Buckingham o Hyde Park. Con sus uniformes de gala, casacas rojas y minifaldas escocesas, ya que tal iban ellos, guapos de por demás, con sus gorros grandes negros y sus zapatones de Drag. Marciales con sus armas de reglamento y marcando el paso, suponemos, al compás de música carnavalera y canariona. De la nuestra. A nuestro saludo "good afternoon" tan campanudo, nos contestaron: "¡Quita muyayo p'alla".
Las manos. Nos fijamos en las manos que son grandes y fuertes. Como grande y fuerte es la escultura de nuestro tenor Alfredo Kraus, que se alza en un extremo de la Playa de Las Canteras, junto al Auditorio que lleva su nombre. Manos grandes que son la suma de tantísimas manos que durante años le aplaudieron por teatros de todo el mundo. Manos fuertes capaces de soportar todos los papeles que interpretó con su voz y su figura de eterno galán. Nuestro tenor, don Alfredo, hizo de Romeo, de Fausto, de Gennaro, de Hoffmann, de Werther y de otros tantísimos personajes en las óperas más afamadas del mundo, y también cantó en zarzuelas patrias : Doña Francisquita y El Huésped del Sevillano entre otras. Pero estamos seguros de que las manos recias de Kraus las tuvo para mantener en alto a nuestro sin par Roque Nublo en el canto sublime de esta piedra lunar que es el himno de la Gran Canaria nuestra.
Cinco escalones separan la vivienda de la acera. Son pocos y ningún problema ofrecen, sólo curiosidad. La vivienda, de una planta, se encuentra en una de las calles paralelas a la calle Mayor de Triana cercana a la Plaza de San Bernardo y al Risco. Seguramente se construyó antes de enrasar la calle y los técnicos municipales pasaron del tema pensando en que los propietarios de la casa, buscarían la solución haciendo la casa nueva. No ha sido así y la casa quedó en alto y la calle más abajo, y así quedó la cosa. Solución que sí dieron (técnicos o propietario) fue hacer la pequeña escalera que por otra parte también puede verse en otras partes de la ciudad. Y colorín colorado. Lo que asombra es que esté en donde está: en pleno barrio de Triana... Por lo demás, pelillos a la mar.
