jueves, 28 de mayo de 2020

El verde

Nadie podría decir si estamos ante un parterre con césped o en un cercado de pepinos.El verde es intenso y sólo unas florecillas amarillas le dan un toque de distinción. Al pronto llegan dos periquitos (o lo que sean) que se ponen a brincar y a picotear entre la hierba. Buscan, es de suponer, comida. Nos paramos a verlos. Sus cabecitas bajan y suben continuamente mientras brincan. A veces desaparecen entre las hierbas. Son los pajarillos (los llamaremos así) de colores varios, blanco, verde, azul... Van y vienen sin separarse mucho uno del otro contentos con la vida y aislados, posiblemente, del mundo que les rodea. La escena es casi de total felicidad. Y nos acordamos de lo que, en parábola, se nos dice en los Evangelios, que ellos serán alimentados por el Padre celestial, aunque no siembren ni recolecten. 

domingo, 24 de mayo de 2020

La hiedra

La canción nos lleva a ella y el parque nos la pone en bandeja: la hiedra; la linda planta de la canción melódica. Un día, hace algún tiempo, al responsable de entonces de los jardines se le ocurrió plantar cientos de esquejes de hiedra en dos parterres del parque y éstos enraizaron y se propagaron con sus verdes hojas y obscuros tallos. Fueron cubriendo el suelo y subiendo por los pequeños muros. Y subiendo, subiendo, se atrevieron a subir por los troncos de los árboles cercanos a los que envuelven. Nos paramos a admirarlos cuando vamos a pasear por el parque y, al verlos juntos, nos recuerdan aquella canción magistral, aquel magnífico bolero, que tanto enamorado habrá cantado más de una vez y muchas veces, de seguro, habrá tarareado. Cerremos los ojos y dejemos que llegue hasta nuestro corazón el comienzo de su linda letra: "Así abrázame mi amor, lo mismo que una hiedra..."

jueves, 21 de mayo de 2020

Cosas de niños

Los niños tienen la imaginación por bandera. ¿Cómo si no, un niño puede ver un caballo en un palo de escoba? Con los niños la imaginación ha vuelto al parque. Lo hemos visto en el suelo en donde han aparecido los cuadrados con números del 1 al 10 para jugar al teje. Y también hemos podido ver un lindo dibujo con las siluetas de dos críos pequeños -muy bien vestidos- hecho con tiza blanca sobre el negro pavimento alquitranado. La imaginación tiene para ellos un gran ventaja: les ayuda a construir mundos divertidos en estos tiempos de salidas programadas. Los niños y las niñas juegan en el parque. No como antiguamente, pues no vemos ni a ellos jugar a piola ni a ninguna niña saltando a la comba. Pero con sus juegos de ahora, ellos llenan de ilusión sus cabecitas antes de ir a dormir. Que mañana será otro día para volver a jugar. 

domingo, 17 de mayo de 2020

En silencio

Viernes en la mañana. La calle Mayor de Triana estaba en silencio. Caminábamos y veíamos que casi todos los bancos estaban desocupados. En uno de ellos, tres hombres sentados y uno de pie conversaban. Más allá (o más acá) una terraza con tres mesas y nueve sillas estaba ocupada de gente que desayunaba o tomaba el cortado o el café de la mañana. Quizá por la hora, o quizá porque somos 'aplatanaos' todos nos movíamos despacio. Unos -la mayoría- llevaban las mascarillas de precaución y otros no. Cada cual a su aire. Pesaba el silencio. No se oía como antes de la pandemia al señor mayor, de pelo abundante y cano cantar boleros acompañado por su guitarra a la que bambolea para dar más sabor a su actuación de músico callejero. No estaban, por el edificio de las columnas, el trompetista ni el muchacho del violín ni el solista del acordeón tocando sonatas de músicos consagrados, ni había parejas de guitarristas esparciendo al aire los sones de canciones más actuales, más del momento. La calle Mayor estaba en silencio. La música nos había abandonado, quizá por la hora, quizá por la pandemia. Por ello, sentíamos pesar.

jueves, 14 de mayo de 2020

Pequeña rama

La vimos en el parque en un cruce de caminos entre parterres. Era día de primavera con algo de viento que se notaba en las revueltas copas de los árboles. Viento insistente, provocador, que jugaba con las ramas que estaban media sueltas hasta hacerlas caer. Una de estas ramas, pequeña y bonita, una figura abstracta, asimétrica, cayó delante de nosotros y quedó allí mostrándose ante nuestra vista. Nos paramos a disfrutar de su sencilla belleza. Luego seguimos despacio nuestro paseo y, al volver al mismo cruce, se nos adelantó una señora trabajadora en el parque y se llevó a la pequeña rama metida en el carro de la basura. Pobre rama, incomprendida.

sábado, 9 de mayo de 2020

La herida

Hemos visto en un árbol del parque una cicatriz de herida reciente que a nosotros nos ha dejado heridos también. No es herida suave, de corte fino de profesional de la jardinería, sino que es como una mordida que ha cercenado una de sus ramas. Quién lo hizo, quién le hizo el daño, es posible que quisiera proveerse de unas astillas que le ayudaran a encender el fuego de la hoguera de su rabia.  O quizá pretendía hacerse unos mondadientes para la limpieza de sus dientes de fiera sedienta de maldad. No sabemos. Quizá. Ahí ha quedado el pobre árbol al que le falta un trozo de sí mismo, mutilado, sin tener más pecado que el de estar dándonos frescor y sombra. La naturaleza humana no se entiende; puede ser grande pero puede llegar a ser ruin. Algo de locura habrá en este pretendido arboricidio.



lunes, 4 de mayo de 2020

Ausencias

Es la hora asignada a los mayores en la mañana. Van llegando, solos o acompañados. Algunos traen en sus caras la mascarilla protectora. Caminan con pasos llenos de lentitud. Una vuelta, otra vuelta y otra más. Se sientan a coger resuello. Se saludan, aquellos que se conocen, como autómatas. Los que no, dan unos buenos días apagado, con una breve inclinación de cabeza. Dejamos transparentar una sonrisa pero entre nosotros todos cabalga un triste sentimiento de soledad. Faltan, estamos seguros de que faltan, los niños. Un parque sin niños es como un jardín sin flores, podríamos decir, y los mayores notan que algo les faltan. Quien más quien menos piensa en sus nietos, en sus nietas, y se ven ellos mismos cuando eran pequeños. Estamos en un parque sin carreras infantiles, sin risas, sin sobresaltos entre ellos, sin juegos. Y esas faltas son las que sentimos los viejos en estas horas nuestras bajo el tibio sol de la mañana. Por sobre el parque sobrevuela, como pájaro sin alas, las ausencias.

sábado, 2 de mayo de 2020

Trinos

Siguiendo las normas hemos salido hoy entre las 10 y las 12 y luego hemos dejado nuestros sitios a los más pequeños que iban acompañados. Hemos ido al parque cercano a casa que ya, por fin, tenía abiertas las cancelas. Había gente paseando que los podía hacer sin agobios pues no eran muchas. Unos, solos, otros en pareja, y algún que otro era llevado en silla de rueda. El sol no quiso perderse esta primera salida en la pandemia, que parece quererse ir, y estaba brillando en el cielo dándonos un calorcito agradable que agradecíamos. De un árbol grande y vestido de flores unos trinos llamaron nuestra atención. Los pajarillos,  a los que no pudimos ver, cantaban gozosos y elevaban hacia el cielo sus alabanzas uniéndose a nosotros en este día tan especial.
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