lunes, 30 de octubre de 2023

Quemado

El barco fue quemado; bueno, un poco quemado, para lo que pudo haber sido, porque pudo haber desaparecido por completo. Y es que el pobre luce, desde entonces, su popa, negra como un tizón y de su arboladura no queda madera ni para palillos de dientes. No parece que fuera una mala acción premeditada sino fruto de la mala suerte. Menos mal. ¡Porque mira que ir a dejarnos sin este recuerdo de cuando el capitán Etayo quiso emular uno de los viajes de Colón en el cual el Almirante pasó por Las Palmas! El mal, bien mirado, no es definitivo. Aunque quizás sí, porque para acabar cosas no estamos. Y es que, como dice el refrán, las cosas de palacio van despacio. 

martes, 24 de octubre de 2023

De fiesta

De fiesta, de Fiestas del Pilar, estuvimos la otra tarde noche en el barrio de Guanarteme. Fuimos por las fiestas y, porque en ellas, ofrecían en la Plaza un concierto, por sus cincuenta y cinco añitos, nuestro estupendo grupo musical que lleva por nombre Los Gofiones. En verdad, estuvo todo estupendo: el concierto con una actuación imejorable y el público y las gentes que abarrotaban la plaza y alrededores. Pena fue que nos perdimos los papagüevos y los fuegos. A éstos, a los fuegos, pudimos escucharlos desde casa. Era medianoche y la fiesta continuaba...

viernes, 20 de octubre de 2023

La calor

La calor o la calufa, a elegir. Nos vinos a finales de septiembre o principios de octubre y la puñetera que no se quiere ir, que no se va ni de coña ni que nos vea arrastrándonos por las esquinas. ¡Claro, tanto decir que día bueno, es día soleado...! Mire usted. Esto está que arde y sin una pequeña gota de agua que nos baje de los cielos. Ya veremos; dicen que la esperanza es lo último que se pierde y... tal vez, siendo optimistas, pensando en positivo, pues... a lo mejor hasta tenemos que sacar los paraguas antes de los carnavales, y si no, ya se sabe que en Carnavales siempre, siempre, llueve. Y ya hoy, llovió. Qué bien.

lunes, 16 de octubre de 2023

De pantallas


Hace años -bastantes años- había poquitas pantallas en Las Palmas. Suponemos que tendrían una en el Hospital de San Martín y, quizás, otra en la Casa de Socorro de Bravo Murillo y una más en la de Albareda. Y para de contar. Las tendrían para exploraciones del aparato digestivo (con la consiguiente papilla que el paciente debía tragar) y las tendrían para los Rayos X. Eso fue hace años. Ahora tenemos pantallas para dar y regalar: las tenemos en el móvil y en el ordenador, en el ipad y en el ipod, en la table y en... Las tenemos en las guaguas amarillas y en las azules y la tiene, en su coche, el conductor. Y todos juntos tenemos una pantalla grande en la calle León y Castillo en lo que podría ser escaparate de una entidad bancaria. La tenemos dándonos fotografías y más fotografías de la Ciudad (en la estrecha acera) que, juraríamos, nadie se para a ver.