Ocho trompas y dieciséis colmillos de elefantes, y dos diosas, se han salvado de pasar a la memoria colectiva en la demolición del edificio en Triana. El edificio fue durante tantísimos años casa de un icono del comercio hindú en Las Palmas, de nombre Metharan, el que, tal vez fue la covid19 la se llevó por delante. Comoquiera que sea ya no están los dependientes tras los mostradores, y la visión de tantas cosas exóticas que tenían no llaman a residentes y a turistas en sus paseos por la calle Mayor. Si están, y bien visibles, las diosas, los colmillos y las trompas. Cuando el nuevo edificio esté terminado y la nueva tienda activa con clientes entre telas y tantas otras cosas, seguirán vivos estos elementos, que nos llevaban a lugares tan lejanos, a estar tan cerca de nuestros corazones.
Es pequeño el balcón y pequeño es el frontis en el que lo encontramos. Si quisiéramos, podríamos presumir de tener en nuestra ciudad estos elementos minúsculos, traídos, diríamos, del país de Liliput. El frontis da para poco: tan solo una puerta abajo, y otra puerta arriba. Y el balcón de buena madera y perfectos trazos como corresponde a una casa del viejo barrio de Vegueta. ¿Vivió en la casa ésta -hoy sólo recuerdo- de la que es recuerdo el viejo balcón, el viajero Gulliver tras naufragar? ¿Encontraría en ella a los lilipuntieses y en el balcón vería al rey con el que hizo amistad? ¿Quién sabe? Nuestra ciudad es, sin duda, una caja llena de sorpresas.
En el inicio de la calle Obispo Codina, al ladito de lo que fue cauce del río Guiniguada, y en la acera que nos llevará a la catedral de Santa Ana, se alza un edificio lindo de verdad. La fachada principal guarda una simetría agradable. Sus grandes puertas en el bajo convertidas en puertas de locales comerciales dan pie a las ventanas y balcones de los pisos altos que se van terciando. En la esquina, el edificio se abre en un arco de circunferencia en el que encontramos una farmacia antigua y en donde continúan los balcones de hierro forjado. Justo en lo alto, en lo más alto, una cúpula nos presta su prestancia y es digna de ser admirada. La base del edificio, que no conocemos, pudiera ser algo así como un trapecio rectángulo. Su interior, que suponemos lindo como la fachada, es, sin duda, digno de ver y apreciar.
