jueves, 30 de marzo de 2023

El cocinero


Hemos encontrado al cocinero en su lugar de siempre. Quizá se cansó del sol de la tarde que 'pega' de lo lindo por la parte de la playa o es posible que se cansara de ver de continuo el mismo mar. Lo cierto es que está en una calle que es trasera y es transversal a la Avenida de Las Canteras en donde su establecimiento se encuentra obsequiando a los clientes sus ricos guisos canarios e internacionales. Nuestro cocinero, orondo él, nos saluda con su sonrisa bonachona enfundado en su traje de trabajo en las que tan sólo faltan las insignias de su rango elevado pues bien que luce las botonaduras de perlas y el sombrero elevado propio de su profesión. Pobre cocinero que tiene su mano magullada de estar entre tanto fogón y que nos recuerda al 'cocinieiro' chico y 'cocinieiro' grande del genial Manolo Vieira que ha poco se nos marchó.  

martes, 14 de marzo de 2023

Colgadas del muro


Colgadas del muro están la planta y sus flores. Más allá del muro está el campo de juego de hockey, y las flores, y la planta -las pobrecitas- cansadas de oír continuamente los ruidos que producen los bastones con que los jugadores impulsan el disco mandándolo de aquí para allá para meter goles, buscaron un resquicio por el que asomarse a lo que desde entonces en su balcón preferido. Y así nos es dado el ver a las lindas flores amarillas luciendo su palmito en una preciosa  mañana de marzo. Lindas, lindísimas que son. 

sábado, 11 de marzo de 2023

Colores de fuego


Una linda combinación de colores se nos presentó en la cafetería en donde merendábamos cuando haciendo honores al frío reinante nos encendieron una estufa. Los colores eran del fuego: blanco, amarillo, rojo y negro. Subían y bajaban y tras ellos se nos iba la mirada mientras la mente se nos quedaba ensimismada. ¡Qué poder de atracción tiene el fuego! ¡Cómo pudo el Hombre domeñarlo! Las rejas a su alrededor, en la estufa, nos habla del peligro de un fuego desbocado y hacen muy bien en la terraza al tenerlo bien amarrado, sujeto, controlado, como se debe sujetar y amarrar a una fiera. 

viernes, 10 de marzo de 2023

El fanal


Sentados en un banco de Triana y teniendo frente a nosotros una ventana por la que salía la luz a raudales, en noche obscura y fría, nos vino a la mente aquel bolero que canta a un amor perdido: "...y pensar que mi vida fuiste llama y el fanal de mi vida fuiste tú y llegué a quererte con el alma y hoy me ciega de tristeza tu actitud..." Era ésta una canción para cantarla a voz en grito en la noche callada y sin embargo nos pusimos a tararearla mientras nos preguntábamos quién estaría en una habitación tan iluminada. Quizá, pensamos, una doncella esperando a su apuesto galán.

martes, 7 de marzo de 2023

El cogotazo


Un buen cogotazo le dieron a la mujer que estaba pegada al muro para golisniar con el oído presto para enterarse de lo que se hablaba en el otro lado. El cogotazo la dejó revirá y con los ojos como chernes y la boca... Dios mío, la boca con todos sus dientes se le quedó como una jarea o como un piano de cola mal ajustado. Gracias a la flor que llevaba cubriéndole la oreja, la  pobre pudo recuperarse y sonreír a su infortunio. Porque un cogotazo, donde quiera que haya un buen cogotazo, ahí de inmediato comienzan los lamentos y los duelos.

lunes, 6 de marzo de 2023

Las macetas

Llovía sobre la ciudad. Caía un agua serenita sobre Las Ramblas regando los árboles y las demás plantas de los parterres. El suelo mojado servía de espejos rotos en los que se podían ver, desdibujados, casas y paseantes. De repente nos sorprendió ver unas macetas que, al parecer, alguien había puesto fuera de su casa o de su comercio y que también -como si de una ducha se tratara- recibía el agua bendita de los cielos. Nos hizo gracia el detalle y convinimos en que era de buen gusto. Admirable. Las miramos y nos pareció que las flores en las macetas sonreían. Qué menos, si estaban remojadas como reinas. Sonreímos nosotros, y seguimos nuestro camino.

miércoles, 1 de marzo de 2023

El banco


El banco en Las Canteras estaba a rebosar. Las chicas que lo ocupaban estaban a sus cosas y, no sabemos, si, mientras, estarían esperando a sus amores. A lo mejor, éstos, los amores de las chicas llegarían por el mar. Quizá. ¿Por qué no? Vivimos en una isla y el mar nos trae todas las venturas y muchas desventuras. ¿A qué quejarnos? Ignoramos si las jóvenes hablarían de estas cosas que tienen tanta enjundia o si, en su afán de estar al día estarían chateando con sus teléfonos móviles. Fuera lo que fuera, ahí están ellas ajenas a la caseta de dos colores con listas las aíslan -qué pena, penita, pena- del mar.