Mascarón de proa

 

En nuestro magnífico puerto de La Luz y de Las Palmas, el Puerto de las Mil Banderas que cantara Tomás Morales, podemos encontrarnos sin mucho buscar con un hermoso barco de vela tal como el que hace pocos días nosotros encontramos. Sus tres mástiles y su estupenda arboladura era un recreo para la vista y su mascarón de proa -águila dorada- nos llevó a recordar lo que leíamos de jóvenes y de pequeños sobre las aventuras de tanto hombre de la mar entre los que no faltaban piratas y bucaneros. Suponemos que el águila como mascarón quiere rendir honores al nombre del barco. En inglés, Sea Cloud Spirit. En español (más o menos): Espíritu de Nube de Mar.      

Muerta

 

La hiedra está muerta. De sed, probablemente. Por desidia y porque no llueve. Nos gustaría verla exuberante con sus hojas cariñosas de color verde; con el verde de la alegre lozanía de la juventud. Está mustia y sus hojas no tienen vitalidad y muestra el color de su muerte. Sigue agarrada al árbol. ¿Buscando protección aún? nos preguntamos. Llegaría tarde la protección pues tan sólo siendo abono -si es que sirve para ello- podrá encontrar para alivio en su mala suerte. Pobre planta. Tuviste esa mala suerte que ninguna de tu especie merece.

Un rey. El VII.

En la calle de la catedral, calle Obispo Codina, tenemos docena y media de estilizados postes que soportan cada uno dos lindas farolas que si de noche sirven para alumbrar, de día valen de elementos decorativos en nuestra querida Vegueta. Unos detalles que hemos visto en estos días pusieron en alerta a nuestra curiosidad. Son una corona real, un número en romano -el VII- y una cifra que se corresponde (es de suponer) con un año: 1832. Dándole vueltas al caletre supusimos que tales adornos trataron de honrar en su días a un rey; rey que nunca estuvo en Gran Canaria. Hemos preguntado a Google y hemos visto que por aquellos años era rey de España Fernando VII. Rey absolutista. Pudiera ser que Las Palmas le honrara con tales detalles. ¿Motivos? Cualquiera sabe.   

Casi escarcha

 

No es escarcha, son gotas de riego. No es escarcha pero prestan a las plantas un toque de sabor a invierno, en la mañana fría.. No es escarcha y sin embargo visten a las plantas, como si de muñecas de Reyes se trataran, con ropaje lindo que les dan guapura y donaire. No es escarcha, es misterio. Precioso misterio.

Un capricho, un detalle

En las fechas navideñas estuvimos visitando los Nacimientos que oportunamente nos ponen para deleite de chicos y mayores. Son varios en la ciudad. Unos antiguos, como el de San Telmo, otros más modernos como el de Las Canteras que se hace, creemos, no por religiosidad sino para que sirva de reclamo turístico), y aquellos otros que tanto el Ayuntamiento como el Cabildo nos presentan cada año. Estas Navidades nos llevamos una agradable sorpresa. Estuvimos admirando en el edificio Quegles de la calle Pérez Galdós, un Nacimiento, pequeño en tamaño pero grande en buen gusto y en detalles. Lo titulaban Belén Orientalista (creemos) dándonos la pista de que estaba inspirado en el Oriente, como debe ser. Tenía el Misterio un tanto escondido y junto a él pudimos ver un rebaño grande de ovejas blancas. Las casas eran ajustadas a la figuras, no enormes casonas ni había castillos más grandes que montañas. En verdad que nos gustó mucho, con las diferentes figuras llenas de detalles, como la del camello lamiéndose, con su cuerpo inclinado hacia atrás, su pata trasera izquierda. Un capricho, un detalle.  

Dos gacelas

 

Hemos visto  en Las Ramblas dos gacelas blancas que han perdido posiblemente su color crema claro de siempre, tan precioso y suave, por falta de su comida habitual. Buscan ellas entre las baldosas algo de hierba verde y fresca que llevarse a la boca, y, al no encontrar manjar tan rico, se colocan pacientemente en la puerta de un comercio pensando que dentro podrán comprarlo. ¡Pobres gacelas, tan lindas y tan blancas! Y sin ojos. Pasan las gentes junto a ellas y no se paran ni por un momento a mirarlas. La gente, nosotros todos, hemos perdido la sensibilidad y por ello ignoramos lo que pasa por las cabecitas de las lindas gacelas y es muy probable que ni siquiera queramos saber lo que sus diminutos corazones de piedra sienten, viviendo o no, en la ciudad. 

Pequeño túnel

En medio de la explosión de luz de miles de bombillas pequeñitas y amarillas se abre un pequeño túnel que podría ser metáfora del año que se nos ha ido, o, más bien, podríamos pensar, que es el camino del año que comienza  Se encuentra el bombo y se abre el túnel, en una de nuestras plazas tan concurridas en estos días. En estas fechas el consistorio capitalino ha colocado -como si de juguetes grandotes se tratara- artilugios en los más diversos puntos de la ciudad, artilugios que serían la envidia de los más afamados artesanos que año tras año fabrican los juguetes que los Reyes Magos traerán en su día para diversión y goce de los más pequeños.