domingo, 28 de junio de 2020

Las Ramblas de Mesa

A las Ramblas de Mesa y López les faltan un hervor. Nos parece. Entre la pandemia por el coronavirus y las obras de nunca acabar de la remodelación para la metroguagua, las tienen a las pobres a mal traer. Están alicaídas, como sin ánimos, tal como si la pachorra que no caracteriza se hubiera comchabado con una calima perenne para mantenernos amodorrados de por vida. Parece que las pobres Ramblas necesitan de un buen empujón. El tono gris del piso que les han puesto, sin flores, con una especie de quiero y no puedo de césped que se arrastra por el suelo no ayuda en absoluto a luchar contra los muros largos de aquellos edificios que albergando  grandes comercios no les da, precisamente, un tono de alegría al espacio. Para colmo, ya no pasan los coches ni se detienen taxis ni guaguas con pasajeros que suben y bajan. Que subían y bajaban. Hoy todo es horizontal, sin gracia, sin alma. Pobres Ramblas.
   

miércoles, 17 de junio de 2020

Rocódromo

Como si de una copia de nuestro querido Roque Nublo se tratara hay en el lindo y espacioso parque de Las Rehoyas, un rocódromo. Un rocódromo es esa piedra alta, artificial, sinuosa, llena de puntos de apoyo que usan los deportistas cuyo deseo es subir a las alturas. Tal que el Roque Nublo, acerca a quienes suben a él hasta cerca del cielo. O eso nos parece. Lo vimos el otro día en nuestro paseo al parque y nos detuvimos a observar a un grupo pequeño de futuros deportistas que siguiendo las instrucciones de un monitor se atrevían con sus cinchas y sus ganchos a subir un par de metros escalando por la piedra. En una mezcla de habilidad y de fuerza, y de técnica, con el esfuerzo de sus brazos y de entereza, subían los pequeños atletas. 

lunes, 8 de junio de 2020

Las nasas


Al atardecer, las nasas parecían ser una escultura en blanco y negro. Tras ellas la gente pasaba de un lado al otro como sin rumbo. Como figuras incorpóreas que desfilaran ante nosotros. Más allá, el sol se ocultaba para pasar a su reposo de todos los días mientras las nubes cambiaban de color. Veíamos las nasas y nos parecía ver a los pescadores que en la cercana playa salen -o al menos salían hace un tiempo- a pescar y volvían con el rico pescado que traían en sus barcas. En recuerdo de ellos, están puestas aquí las nasas y más allá un pescador, rodilla en tierra, escamando un pescado. Escenas de la vida nuestra, de siempre.