miércoles, 16 de octubre de 2013

Emprendedor

Nuestro hombre oía hablar tanto a los ministros y ministras de emprendeduría, de que si para salir de la crisis no había nada como hacerse autónomo, de que lo mejor para el País era que los autónomos se multiplicaran como los panes y los peces bíblicos, que un buen día fue y se decidió: cogió los bártulos y montó su chiringuito junto al árbol que le pareció el más adecuado para ello. Y desde entonces, con su sonrisa en la cara quemada por el sol y con un cartel anunciador en una hoja de papel que el viento vira, nuestro hombre propone su mercancía... que es su propio trabajo. Y posiblemente sueñe nuestro hombre en convertirse en uno de aquellos afortunados que en la América de las oportunidades amasaron grandes fortunas empezando desde cero; empezando vendiendo periódicos como las películas americanas nos enseñan. Por ello, nuestro hombre parece feliz y espera el milagro de que al menos pueda lavar un coche -un solo coche- cada día.

1 comentario:

  1. No sólo no ayudan a la gente a sacarnos de la miseria, sino que además nos engañan con palabrería que a todos confunden. ¡De pena penita pena!
    Un abrazo

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