jueves, 7 de noviembre de 2013

Columna

El día de sol hace que el cristal de la ventana se convierta en un espejo y que en este se refleje algún detalle de la acera de enfrente. En este caso el capitel de una columna jónica (pudiera ser) de un edificio que está en la calle Mayor de Triana. Me pregunto quien fue nuestro vecino de antaño que quiso tener en el frontis de su casa tal elemento decorativo emparentado con la antigua Grecia. Me pregunto también cuántos de estos elementos tendremos en la Ciudad que nos pasan desapercibidos hasta que un rayo de sol u otra circunstancias nos lo hace visible. Muchos o pocos, pasamos seguramente a su lado sin apreciar su belleza y sin ni siquiera pensar en los antojos o caprichos que tuvieron aquellos que antes que nosotros estuvieron viviendo por aquí.  

1 comentario:

  1. No voy a entrar en el detalle de la columna, Ángel, pero sí me ha interesado mucho que hayas reparado cómo pasamos por la vida sin darnos cuenta de aquello que nos rodea y tiene que ser el destello de un rayo, u otra circunstancia la que nos grite: "¡mira esa maravilla, que te la pierdes!"
    Un abrazo.

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