sábado, 28 de septiembre de 2013

La carraca

En el libro Chiquillos de los 40, su autor Antonio Guerra León va desgranando sus memorias de una época llena de dificultades, en las que las ganas de comer se juntaban con el hambre. Memorias de la ciudad de La Laguna, su ciudad natal, que pueden ser extrapolables a cualquier otra localidad del Archipiélago pues las amarguras de las posguerra -de la incivil Guerra Civil- y las dificultades de la Segunda Guerra Mundial llenaron de tristeza a la mayoría de los hogares isleños.

El libro, escrito en primero persona, en tono narrativo, y con buenas chispas de humor, nos deja casi al final este párrafo que he querido traer a ustedes:

"Es el momento en que la sencilla y estilizada sombra del Cristo se enfrenta a la Torre oscura y severa de la Parroquia Matriz, que transmite desde sus muros los sonidos graves y quejumbrosos de la penitencial Matraca (artilugio ya desaparecido que sustituía a las alegres campanas, con un sonido parecido al de una rueda de madera cuando se le atraviesa un palo en sus radios y la hacen girar). Traca, traca, traca".

He querido traerles esta anotación pues ustedes sabrán que la Matraca de la Catedral de Las Palmas ha sido recientemente restaurada por un hijo de Santa Brígída y está en disposición de ser usada. Invito a todos a estar atentos en la próxima Semana Santa para oír sus sonidos "graves y quejumbrosos" (como nos dice el lagunero autor); si lo hacemos, oiremos sin duda desde la torre del reloj de la Catedral el "Traca, traca, traca" y, volviendo atrás, volveremos a ser niños.




1 comentario:

  1. Es una bonita invitación, Ángel, no sólo la de acudir a tu tierra y escuchar la música triste de la Pasión en oposición al alegre repiqueteo de las campanas, sino esa experiencia de volver a ser niños.
    Un abrazo.

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