domingo, 24 de agosto de 2014

El caballero

El caballero, pelo canoso y bien trajeado con corbata, chaqueta y camisa de mangas largas, llega como cada tarde a la terraza. Busca su sitio habitual y si lo encuentra se sienta, si no da un vistazo alrededor y elige otra mesa bien situada alejada del centro. El caballero pone sobre la mesa un maletín que trae con él y de sus adentros saca una cachimba, una bolsa de tabaco y la cajetilla de fósforos. También saca un libro que empieza a leer según va dando caladas a la cachimba ya encendida. Al poco un camarero, una camarera, que le conoce viene con el café o con el té o con la infusión que sea que toma el caballero. Éste sin quitar sus ojos del libro va tomando la bebida a sorbos cortos. Un sorbo, una calada. Una calada, un sorbo. No se sabe si el caballero absorto en la lectura se da cuenta de lo que hace, pero al dar término a la infusión de lo que sea, cierra el libro y lo coloca en su maletín e igual hace con la bolsa de tabaco, con la cajetilla de fósforos y con la cachimba que ya para entonces no humea. Hecho esto mira para sí mismo, se levanta y parsimoniosamente se va. Nosotros le decimos por lo bajini "adiós, hasta mañana" y él nos contesta de igual modo lo mismo cuando, seguramente sin vernos, se aleja.

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