miércoles, 20 de enero de 2021
Negritud
La noche, más allá de las lámparas a medio encender, era obscura. Ni siquiera las luces de un barco en altamar rompía la negrura que se extendía sumiendo en un todo el cielo y el mar. Tan sólo era visible, como relámpagos, las crestas de las sucesivas olas que llegaban a la orilla. A un lado y al otro, las luces de La Isleta y las de la carretera que va hacia el Norte daban homenaje a la negritud que parecía querer envolvernos. Frente a ella nos sentíamos pequeños, muy pequeños, sintiéndonos una simple mota de polvo en la inmensidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Sin necesidad de medirnos, basta con una leve ojeada a la Naturaleza para sentirnos a penas una partícula.
ResponderEliminarUn abrazo.