De paso
Un buen día de hace unos años, nos encontramos con un hombre que estaba de paso en nuestra Ciudad. El hombre estaba tendido en un muro cercano al mar y parecía dormir. Al acercarnos abrió sus ojos azules y nos miró con la curiosidad conque nosotros le mirábamos. Supimos que era extranjero y en un inglés chapurreado iniciamos una conversación que, valgan verdades, duró muy poco. Supimos que estaba de paso y que había venido de un país situado en las antípodas de Canarias. Era, dedujimos, un trotamundos que con sus pertenencias a cuestas hacía turismo yendo de aquí para allá. Le pedimos que se sentara y no puso peros a la fotografía. Su larga melena y su barba le daban aspecto de lobo de mar y en su media sonrisa y en sus ojos se veían unas chispas de amabilidad hacia nosotros. Hoy nos preguntamos que ha sido de el, si siguió su camino por el anchuroso mar o por los cielos abiertos hacia países lejanos o si quedó entre nosotros y aquí terminó echando raíces. Era, el nos lo dijo, tan solo un hombre de paso.
Por increíble que parezca, hay personas que deambulan de un lugar a otro y ni tienen ni quieren echar raíces.
ResponderEliminarUn abrazo.