jueves, 23 de enero de 2014

Los zapatos

En los bajos de un edificio de viviendas en en el barrio capitalino de Las Chumberas, en un pequeño local, hay una zapatería. Entramos en ella y a pocos pasos de la puerta encontramos un mostrador, en el que al momento nos atienden y, a la izquierda del mostrador, vemos un cuadro. Nos atiende uno u otro de los dos zapateros habituales en el negocio. Zapateros remendones, diríamos, pues en su oficio, bien llevado -según su numerosa clientela- los arreglos de zapatos y otros menesteres con el cuero llenan su vida laboral: poner tapas a zapatos de señoras, poner medias zuelas, arreglar tacones, remendar lo roto, abrir agujeros, colocar y restañar cremalleras... Podríamos decir, sin temor a equivocarnos: coser y cantar...

Decíamos que al entrar encontramos un mostrador y más allá, diremos, hay una estantería con bolsas de plástico y cartuchos en cuyo interior se encuentran zapatos y botas arreglados. Más adentro (lo vemos a través de una abertura sin puerta) está el taller y en éste intuimos más que vemos se encuentran las máquinas de coser y demás artilugios y herramientas necesarias para el trabajo diario. A nosotros, que quieren que les diga, nos ha llamado la atención el cuadro pintado, no habrá que jurarlo, por un pintor que puso en ello su alma. Es un cuadro de dos botas remendadas, lo más apropiado para la zapatería de viejo, según nuestro parecer. Juzguen ustedes si tenemos razón, o no, en nuestro aserto mirando la foto que acompañamos.

  

1 comentario:

  1. Recuerdo cuando niño que, en la mayoría de las casas, en el comedor, ocupaba el testero central un cuadro de la Santa Cena; así que de igual modo me parece lo más apropiado esa cuadro para el taller de un zapatero remendón.
    Un abrazo

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