jueves, 9 de enero de 2014

El trueno

Habían previsto lluvias fuertes durante horas sobre la isla e incluso nieve en las Cumbres. Así que no nos extrañó oír de madrugada el repiqueteo del agua en las ventanas ni tampoco el retumbar de los truenos lejanos que acostumbran a llegar con las tormentas. No nos dimos cuenta (y dicen que fueron muchos) del resplandor de los relámpagos ni de algunos rayos que los dioses tuvieron a bien enviarnos. La tormenta siguió en sus treces en horas de la mañana y las redes sociales se llenaron de noticias -falsas o no- de la caída de la nieve que siempre llama a regocijo en la isla. Fotografías iban llegando de nuestras montañas semicubiertas con un precioso manto blanco que parecía autentificar el hecho.

A media mañana, sobre las once, un aguacero pareció querer ahogar a la Ciudad que por momentos quedó sumida en una negrura hostil con nubes negras de negros presagios. De repente llegó el trueno rotundo y potente descargando sobre los corazones isleños un estupor acongojante. Un rumor como de grandes piedras rebotando en los barrancos de la isla; un ruido inmenso que desbordó los limites geográficos de la urbe y que se trasladó por ciudades y pueblos del interior sobrepasando, seguramente, las más altas montañas de la isla; un estertor de gigante dormido, queriendo despertar de su tremenda pesadilla.

Foto:
Jose Luis Sandoval
noticiasgrancanaria.com    

1 comentario:

  1. Me ha parecido la introducción de un capítulo de una novela; has descrito la escena con sus circunstancias meteorológicas y me he quedado aguardando los personajes. Muy bueno.
    Un abrazo.

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