sábado, 25 de enero de 2014

Descabezado

El estudiante pasa sus días sentado en un muro en el acceso a la biblioteca central de la Universidad. El muchacho sostiene con una mano un libro abierto y en la otra, la derecha, descansa su cabeza que estará llena de planes de estudios, de asignaturas, de exámenes y de incierto futuro. El estudiante pasa los días impertérrito ante el frío y el calor, a las noches y a los días, a los rayos hiriente del sol y a la tarosada del rocío nocturno de las medianías. Para él el libro es su mundo y no ve siquiera a la multitud de alumnos y profesores que diariamente pasan ante su persona. Y ni piensa, es seguro, en la maldad que pueda acarrearle un enemigo que los tendrá por supuesto, por su puesto destacado entre la juventud estudiantil. El joven estudiante ve pasar los días, tan iguales para él. Hasta que un día, una noche más bien, una gamberrada -dejémoslo tan solo en ello- de un gamberro psicópata, le costó la cabeza. Un día, una noche más bien, un malhechor cortó la cabeza del estudiante y, como la mano derecha ya no tenía nada que sostener, la cortó también y ambas partes del cuerpo del chico se las llevó a saber para qué.




El gamberro, el psicópata, el malhechor, se ensañó con el estudiante, y no dejó, tras su deshonesta acción sin sentido, un corte fino de bisturí. No, dejó unos cortes horribles de sierra que demuestran las prisas que tenía el ladrón vulgar, el pretencioso gamberro, deseoso de acabar pronto su obra de infeliz mamarracho.    

1 comentario:

  1. Creo que se equivocan quienes no quiere que se imparta educación para la ciudadanía. Es más, creo que uno no acaba de ser ciudadano en tanto no aprende a respetar el entorno natural, humano y urbano.
    Un abrazo.

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