La hiedra está muerta. De sed, probablemente. Por desidia y porque no llueve. Nos gustaría verla exuberante con sus hojas cariñosas de color verde; con el verde de la alegre lozanía de la juventud. Está mustia y sus hojas no tienen vitalidad y muestra el color de su muerte. Sigue agarrada al árbol. ¿Buscando protección aún? nos preguntamos. Llegaría tarde la protección pues tan sólo siendo abono -si es que sirve para ello- podrá encontrar para alivio en su mala suerte. Pobre planta. Tuviste esa mala suerte que ninguna de tu especie merece.
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