jueves, 18 de abril de 2019

El pato

Hay veces en que sin querer hacemos el pato. O sea, que metemos la pata. Bien metida, hasta el fondo, en ocasiones. En tales casos, unas veces quisiéramos que nos tragara la tierra y en otras, más benevolentes nosotros con nosotros mismos nos reímos de nuestra metedura de pata. Otras veces hacer el pato no es meter la pata sino hacer el indio, dejar traslucir lo que somos, aquello que, para que nadie se dé cuenta de que somos unos tarugos, procuramos esconder a la vista de todos.

Alguien pintó un pato en una calle de las mas serias de la ciudad justo al lado de un colegio religioso. Al hacerlo, quizás, no estamos seguros, hizo el pato. Aunque, tal vez, no: solamente pintó un pato.

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