jueves, 31 de enero de 2019

Cosas

Cosas y más cosas podemos encontrar deambulando por aquí y por allá. Por aquí, por los barrios del centro de la ciudad; por allá, por los otros, los barrios periféricos. A estos últimos nos gusta ir en busca de cosas. Como las que encontramos el otro día en la azotea de una casa terrera en el barrio que llamamos Pedro Hidalgo. Fue alzar la cabeza desde la acera más alejada para ver aquello que nos estaba permitido ver. Otras cosas habrá, nos dijimos, que quedan fuera de la vista de los paseantes. Pero a nosotros nos bastó con lo que vimos para darnos cuenta de que quien había acumulado tales tesoros no era hombre -o no era mujer- de tierra adentro: era, seguro, persona de la mar. Marino de agua salada, de esa agua que se ve desde su azotea pues la casa está a un tiro de piedra del océano que nos baña. Y por si fuera poco, el nombre que acunaba todo aquello nos dio la razón: "El barco", reza el título que figura como un desafío en lo que seguro es el puente de mando de la azotea. 

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