domingo, 28 de octubre de 2018

Vejez

En una calle antigua de la ciudad hemos visto una casa con sus puertas y ventanas tapiadas. Es una casa que seguramente está en espera de ser reparada o derribada para construir otra en su solar. Como no nos gusta la vejez, nos da lástima esta casa, la pobre, hoy abandonada a su suerte. Se ve que en sus buenos tiempos tenía empaque. Nos lo dicen las maderas, los revestimientos de piedra y el balcón de hierro forjado. Ahora aguarda. Nos preguntamos cuánto tiempo lleva así y cuánto más tendrá que esperar para que una mano amiga la remoce o una piqueta la derruya. ¿Sentirá la casa por su estado, por su desamparo, por la falta de calor de una familia que la viva y que la colme de las risas de niños, de conversaciones de adultos, de música, de llantos, de alegrías? La casa espera. Ojalá no por mucho tiempo.

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