En una calle antigua de la ciudad hemos visto una casa con sus puertas y ventanas tapiadas. Es una casa que seguramente está en espera de ser reparada o derribada para construir otra en su solar. Como no nos gusta la vejez, nos da lástima esta casa, la pobre, hoy abandonada a su suerte. Se ve que en sus buenos tiempos tenía empaque. Nos lo dicen las maderas, los revestimientos de piedra y el balcón de hierro forjado. Ahora aguarda. Nos preguntamos cuánto tiempo lleva así y cuánto más tendrá que esperar para que una mano amiga la remoce o una piqueta la derruya. ¿Sentirá la casa por su estado, por su desamparo, por la falta de calor de una familia que la viva y que la colme de las risas de niños, de conversaciones de adultos, de música, de llantos, de alegrías? La casa espera. Ojalá no por mucho tiempo.
domingo, 28 de octubre de 2018
Vejez
En una calle antigua de la ciudad hemos visto una casa con sus puertas y ventanas tapiadas. Es una casa que seguramente está en espera de ser reparada o derribada para construir otra en su solar. Como no nos gusta la vejez, nos da lástima esta casa, la pobre, hoy abandonada a su suerte. Se ve que en sus buenos tiempos tenía empaque. Nos lo dicen las maderas, los revestimientos de piedra y el balcón de hierro forjado. Ahora aguarda. Nos preguntamos cuánto tiempo lleva así y cuánto más tendrá que esperar para que una mano amiga la remoce o una piqueta la derruya. ¿Sentirá la casa por su estado, por su desamparo, por la falta de calor de una familia que la viva y que la colme de las risas de niños, de conversaciones de adultos, de música, de llantos, de alegrías? La casa espera. Ojalá no por mucho tiempo.
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