Traspuesto
El sol había traspuesto. Se había marchado por el mar más allá del Auditorio. Las calles estaban desiertas. Arriba el cielo parecía no tener ni una estrella; solo obscuridad, negrura fea. Negro manto, negra noche. Algunas luces lejanas, como pabilos encendidos, indicaban que por allá había gentes, que no estábamos solos en el planeta. Enfrente, a media altura, queriendo romper el manto fatal de la tristeza, un poco de luz solar abanicaba aún el nocturno paisaje.
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