sábado, 26 de marzo de 2022

Amarillean

 

Al atardecer empiezan a encenderse las farolas que alumbrarán la noche. Farolas de luces blancas casi todas que harán juego, en las principales calles, con las luces de los comercios abiertos aún o que iluminan la ciudad a través de los escaparates. Pero, oh ilusión, también se encienden farolas que por lo que sea (bombillas o cristales) amarillean las casas y casi los árboles que a su luz se aprestan a dormir. Ocurre ello en algunas calles afortunadas, como ésta que hemos visto, quizás, porque en ella había hace mucho tiempo -antes de la farolas de luz eléctrica en la ciudad- un convento. Convento que llegaba hasta la ribera misma de nuestro pequeño río Guiniguada.

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