domingo, 4 de julio de 2021

Ojo pétreo


En Tenoya un ojo de piedra nos invita a mirar a través de él. Ponemos uno de nuestros ojos en tal robusto ojo para ver el Morro Cangas anunciado. Al hacerlo, nos viene a la memoria el pobre Lazarillo cuando, incauto él, puso su oreja en el pilón de la fuente según le decía el ciego, su amo. Casi que sentimos el golpe tremendo -como el que él recibió- dando a nuestro ojo contra este otro de piedra. No hubo golpe. Y ni hubo Morro. En verdad tan sólo vimos a lo lejos, más allá del barranco, una urbanización de casas autoconstruidas posiblemente de unos de esos barrios nuevos de Las Palmas. Gracias a Dios no había en esta ocasión ciego alguno que nos diera el toletazo.

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