viernes, 16 de noviembre de 2018

Támbara. Támara.

Támbara. Para mí siempre será támbara y supongo que también para los de mi generación que las saboreábamos con fruición cuando el comer esta fruta de nuestra palmera era una felicidad. Tám-ba-ra. Palabra esdrújula que pronunciábamos separando las sílabas y dando énfasis a la letra eme ante la be que quiero creer hace de caja de resonancia. Támbara. Ahora la llaman Támara y esta denominación no me dice nada. Támbara sí que me lleva a recuerdos de mi niñez y me trae el sabor indescriptible del fruto. ¿Agridulce? ¿Amargo? ¿Dulzón? No lo sabría decir. Sí sé que la támbara deja en la boca como un regusto de algo que raspa hasta la garganta y que invita a saborear cuantas más mejor. 

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