miércoles, 16 de marzo de 2016

Ternura

Íbamos en la guagua en el asiento que da la espalda al del conductor. Mirábamos a quienes compartían con nosotros el trayecto. A aquella hora de la mañana pocos eran los pasajeros y muchos los asientos vacíos. Nos llamó la atención un hombre en una silla de esas apropiadas para quienes tienen movilidad reducida, atada, la silla, con los tirantes correspondientes. Justo detrás del hombre, una mujer iba sentada en el asiento contiguo con su cabeza junto a la cabeza del hombre. Hablaban. Al parecer, en una sola dirección pues ella no paraba de hablar mientras él asentía. Así, de cháchara, iban los dos, sonrientes, complacidos. De pronto, la mujer sintió, seguramente, un impulso, y deseó besar al hombre. Al hombre que -pensamos- era su marido. Y le dio un beso suave, ligero y eterno a la vez, en la parte de atrás de la oreja, lleno de ternura...

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