En el tiempo de vorágine que se nos viene encima cada año cuando se acerca la Navidad por mor de los que mandan en ayuntamientos y en sitios de aglomeración de las gentes que quieren los mayores árboles y las mayores cantidades de luces para disfrazar las fiestas, es de agradecer un detalle que hemos visto y que nos ha alegrado la vida. Se trata de un Misterio, con sus figuras principales de José, María y el Niño y las secundarias, amables y generosas, de la mula y el buey. Este precioso Misterio está en un centro comercial de tamaño regular tirando a pequeño, en una de sus tiendas, y habiendo sido colocado bien al paso, las gentes, chicos y grandes podemos cantar con él alabanzas al Niño Dios de Belén.
Al ver un pequeño tapiz de hierba que ha crecido en un desagüe pensamos como la vida vegegtal ha surgido por toda la superficie de la isla desde la costa hasta las más altas cumbres. Pasamos ante ella casi sin darnos cuenta del milagro pues es para nosotros algo tan natural como el respirar, pero, a veces, como en esta ocasión, salta una visión que si no nos asombra nos hace pensar en la magnificencia de la naturaleza. Tal esta hierba que crece en un trozo de desagüe aprovechando quién sabe qué humedad y qué tierra. Ahí está como una alfombra, majestuosa ella.