Mono, remono, requetemono. U orangután, vayamos a saber. Lo hemos visto por la barriada de Guanarteme que buenas cosas tiene y mejores nos ofrece. Está ahí en su jaula viendo pasar el tiempo. Nuestro tiempo. Con ojos relucientes y una media sonrisa o una sonrisa entremedias. Cualquiera sabe. ¿Qué pensará el señor mono viendo pasar a las gentes que por enfrente de él pasean con sus alegrías y sinsabores, con sus prisas y sus paciencias? Es un mono sabio, se ve. No hay más que fijarse en su presencia. Y en su testa de vejete encanecida por años y años de nobleza.
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