En el pavimento de la calle Triana hay un punto agraciado que tiene la virtud de convertirse en lienzo. En él, en el lienzo, podemos ver a veces un estupendo trabajo de alguna artista que quizás como turista ha arribado a nuestra isla. Su género preferido es el retrato y a ella vemos durante días enfrascada en su trabajo dejando en el suelo la cara de alguien que no sabemos quien es. Suponemos, y ello es factible, que sea algún familiar o amigo o amiga que quedó allá en su tierra mientras ella, la artista, se vino para acá en busca de aires nuevos. Sea quien sea, lo cierto es que podemos verla -en este caso con sus ojos vivos y su amplia sonrisa, en la calle Mayor, para gozo y disfrute de los paseantes.
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