Hace unos meses recaló por nuestro magnífico puerto de La Luz y de Las Palmas un barco en tránsito con ochocientas vacas en las bodegas. Como había mal tiempo no pudo fondear y lo amarraron al muelle con lo que la parte baja de la Ciudad sufrió el corrrespondiente olor intenso a estiércol, insufrible al parecer salvo para los que conocieron y gustaron de las vaquerías de antaño. Hace más tiempo que recalaron otras vacas. Estas, de colores y con dibujos varios. Como eran animales urbanos estuvieron por la Avenida de Mesa y López primero, por Las Canteras después y también por Triana. Ahora están casi desaparecidas así que me llevé una gran alegría al ver a dos en el Centro Comercial de Las Ramblas a una de cuyas terrazas fui a una celebración familiar. La alegría al parecer fue mutua y por ello me retraté con una de ellas. A qué es linda, ¿no es verdad?
Pongo el foco en esos animales hacinados en la bodega del barco. Si para la población resultaba repulsivo, ¿no sería también repulsivo y estresante esa forma de transporte, ese encajonamiento sin tierra ni cielo? Un abrazo.
Pongo el foco en esos animales hacinados en la bodega del barco. Si para la población resultaba repulsivo, ¿no sería también repulsivo y estresante esa forma de transporte, ese encajonamiento sin tierra ni cielo?
ResponderEliminarUn abrazo.