El cogotazo
Un buen cogotazo le dieron a la mujer que estaba pegada al muro para golisniar con el oído presto para enterarse de lo que se hablaba en el otro lado. El cogotazo la dejó revirá y con los ojos como chernes y la boca... Dios mío, la boca con todos sus dientes se le quedó como una jarea o como un piano de cola mal ajustado. Gracias a la flor que llevaba cubriéndole la oreja, la pobre pudo recuperarse y sonreír a su infortunio. Porque un cogotazo, donde quiera que haya un buen cogotazo, ahí de inmediato comienzan los lamentos y los duelos.
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