miércoles, 12 de diciembre de 2018
En la guagua
Partió la guagua de la Estación del Teatro con un número no pequeño de pasajeros. En la parada del Hoyo y en las siguientes fueron subiendo más y más personas hasta llenarse la guagua como acostumbra a hacerlo en las horas puntas y en las no puntas. En la calle, un reloj marcaba 27 grados y eso que estamos en diciembre; dentro del vehículo, ni les cuento. Paraba la guagua y más gente subía hasta casi llegar a apelmazarnos como si fuéramos tortas de turrón navideño, del duro. En esto sube un hombre alto, corpulento; lucía camisilla sin mangas, negra; cabeza calva, y rasurada por donde aun podía lucir cabellos; sus brazos y hombros velludos eran como un reclamo. El hombre queda cerca de nosotros y se agarra como el resto de pasajeros de a pie como Dios le da a entender. De repente, levanta su brazo derecho para asirse al agarradero. Nos alarmamos, nos tememos lo peor... pero un suspiro de alivio nos sale del pecho: nuestro hombre lleva los sobaquillos con un depilado perfecto.
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