En un barrio populoso de nuestra Ciudad -el barrio de La Feria- hemos encontrado una cabeza. No sabemos quien es su autor ni que cabeza humana la inspiró. En realidad no sabemos nada de ella sino que está hecha de hierros ensamblados y que representa a un hombre no joven ya. La expresión de sus ojos hemos de imaginarla pues se pierde por entre los resquicios de la obra: por entre los huecos que la cabeza nos presenta. Después de verla y fotografiarla ya no podemos decir que de ella no sabemos nada. Sabemos algo que a lo mejor nos identifica a la persona a quien el artista quiso recordar. Tiene en la cara -pintado- un mostacho. Este nos da una pista, aunque no sabemos si fue el orfebre quien se lo puso o si fue un espontáneo pintor.
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