Teníamos la perra chica, la perra grande, el real y la peseta. Luego nos vendría la media peseta y no sabemos de cuándo era el duro y los billetes de veinticinco, de cincuenta y de cien pesetas. Éstos, los "canelos", que era como llamábamos a los veinte duros, venían con la efigie de Pérez Galdós, de algún afamado músico o poeta o con la mujer morena que pintó Julio Romero de Torres. Tenían un claro valor material pero más aún tenía el valor de aquello que se ansía tener y nunca se consigue. Era nuestro dinero de entonces. Querido y escaso dinero. Nos acordamos de ello ayer, al toparnos con el letrero de un restaurante cerrado en una calle medio céntrica: "La perrachica" decía. Y este nombre nos trajo recuerdos de nuestra adorada niñez y primera juventud.
A mí me has hecho reflexionar en la carestía de la vida, en lo mucho que ha subido todo desde que abandonamos la peseta. Antes con 500 Ptas. se podía hacer mucho; hoy con 3€ apenas nada. Un abrazo.
A mí me has hecho reflexionar en la carestía de la vida, en lo mucho que ha subido todo desde que abandonamos la peseta. Antes con 500 Ptas. se podía hacer mucho; hoy con 3€ apenas nada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y a peor la mejoría. Diría alguien. Un abrazo.
ResponderEliminar