Debieran las luciérnagas iluminar las noches de la Navidad en nuestras ciudades y pueblos. Debiera ser la Naturaleza la que, agradecida, se una a nosotros en el canto a lo sobrenatural. Entonces la luz que simboliza los deseos de amor y de paz llegaría a todas las calles y a todas las casas. Porque, ahora, tan sólo llega a la calle principal. A las calles principales, ignorando a cuantos viven un cachito más allá. Bienvenidas sean, de todas formas, las luces que un año más alumbran la calle mayor de Triana, en nuestra ciudad, y por añadidura otras calles cercanas. Bienvenidas sean en su nuevo diseño de lazos de hermandad. Luces gratificantes que por unos días nos han permitido decir con alegría: ¡Feliz Navidad!
Las luces que verdaderamente iluminan son aquellas que emanan de la alegría del corazón y no de los reclamos luminosos de las calles más comerciales. Hemos trastocado todo el Sentido de la Navidad. Un abrazo.
Las luces que verdaderamente iluminan son aquellas que emanan de la alegría del corazón y no de los reclamos luminosos de las calles más comerciales. Hemos trastocado todo el Sentido de la Navidad.
ResponderEliminarUn abrazo.