En la tarde, la situación había cambiado si bien continuaba la alerta por mal tiempo: seguiría lloviendo a mares, nos decían. En el paréntesis, las gentes salió de sus casas con ganas de coger aire y abarrotó la calle Mayor de Triana. Cada uno a su aire aunque la mayoría con ese ritmo cansino del isleño aplatanado.
Nosotros les veíamos pasar. Paseaban o iban a sus asuntos. Amigas juntas, matrimonios, hombres obesos... Algunos llevaban a sus perritos falderos de paseo. Les veíamos pasar mientras sentados en una terraza saboreábamos un buen cortado.
Nos has contado una panorámica desde la seguridad de tu cafelito, pero según vi en el noticiario, la cosa fue tremenda y nada apacible.
ResponderEliminarUn abrazo.