En sol al ponerse más allá de Las Canteras quiso un día regalarnos oro líquido sobre el mar. Las gaviotas, ya en sus vuelos de recogida, vieron el espectáculo y batieron sus alas. Las barcas, adormecidas sobre la arena o balanceándose sobre las aguas, disfrutaron de lo lindo. El regalo del dios Helios no pudo ser mejor y así lo entendieron los cangrejos que buscaban cobijo en sus cuevas de Los Lisos, los erizos de La Barra, y los pescados que encantados subían a la superficie y gozosos volvían a bajar. El hombre y la mujer que por la playa paseaban sintieron estar conformes con la Naturaleza y cada uno con su Dios.
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