En la novela de Galdós que lleva por título La incógnita nuestro paisano nos pone en contacto con Federico Viera. Éste personaje, que es introducido casi a la chita callando, al poco irá adquiriendo un papel principal por sus relaciones con los principales personajes de la obra. Nos lo presenta Galdós como un hombre pobre, sin posibilidades para una existencia digna, que vive con el recuerdo de un pasado, cuando niño, más generoso. Su padre de él manejó mucho dinero y ahora vive en el extranjero a salto de mata y viene a Madrid (cuando viene) con el ánimo dispuesto a sablear a todo aquel que puede. Por su parte, Federico no se hace a la idea de vivir en la pobreza y de ninguna forma quiere un hueco entre quienes son menos, por nacimiento y alcurnia, que él. No así su hermana, Clotilde, que incluso piensa casarse con un pobre al que Viera, por serlo, detesta.
Podemos leer: "Esta es la fatalidad de Federico, el sino perverso que le hará miserable y desgraciado toda su vida; pues aun cuando llegara a vencer los inconvenientes del deshonrado nombre que lleva, no se quitará nunca de encima la mala sombra que su padre ha echado sobre él con la perversa educación que le dio".
A Federico Viera lo presenta Galdós como el tercer lado de un triángulo. Es la hipotenusa que une a los catetos en un triángulo recto. Un triángulo que pudiera ser perfecto, para el adulterio, si no fuera porque quien cuenta los sucesos -en modo epistolar- también está enamorado, ardientemente, de la mujer. De la protagonista.
Al final la incógnita queda, al parecer, al descubierto. Aun así Galdós escribió otra obra a continuación (novela que más tarde sería obra teatral) que lleva por título Realidad. La busco, ya estoy en ello, con intensa curiosidad, para saber que puso el gran autor en la otra cara de la moneda. Porque estoy seguro de ello: la historia en que aparece y desaparece Federico Viera es una moneda de gran valor con su anverso y su reverso.
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