martes, 23 de febrero de 2016

Dulce

En el Auditorio Alfredo Kraus, Dulce Pontes, con un agradable y entretenido repertorio, se llevó al respetable de calle. Su voz recia, vibrante, suave, modulada, potente o finísima, según fuera el caso y su voluntad, llenaba cada hueco, cada rincón, de la sala sinfónica en la que reinaba sobre un silencio expectante solo roto por los aplausos enfervorizados del público tras cada una de sus canciones. Comenzó cantando -acompañándose ella al piano- con dos canciones franceses, como para abrir boca. Con la segunda de ellas, La Boheme, nos transportó a los barrios bohemios de París. Luego, con un acompañamiento de seis músicos quienes, además del piano, hacían sonar otros instrumentos como es el caso del acordeón, de guitarra (portuguesa, quizá), batería, y otros, fue desgranando otras muchas canciones del mundo y de su Portugal natal, mientras su cuerpo se movía al compás de la música, a veces en unas extrañas danzas que eran, por las trazas, antiguas, de su tierra ancestral. Para terminar, conseguimos que nos regalara un bis precioso con la canción CanÇao do Mar con la que terminó robándonos el alma.


 

viernes, 19 de febrero de 2016

Se ha ido

Se nos fue Panchito. Se nos ha ido nuestra mascota, alegría de cada mañana, compañero de nuestros juegos. Se lo ha llevado este invierno raro de calores insospechados que ahora nos ha traído esta blanca nieve para que nosotros la usemos de sudario para nuestro perro. Se ha ido Panchito, con su cariño incalculable, con sus ladridos de bienvenidas, con sus peticiones de caricias, con su mirada penetrante, con su zalamería, con su calor amigo, con sus sueños y nuestros sueños... y ahora estará en el cielo de los perros buenos. En el cielo de los perros, de todos los perros, pues ¿conocen ustedes, tal vez, un perrito que no sea bueno?

miércoles, 17 de febrero de 2016

Gracias

Nos pasamos la vida -la vida de adulto, al menos- dando las gracias. La más de las veces damos las gracias porque así lo aprendimos en casa o en la escuela (o en ambos lugares) sin percatarnos de lo que con ello queremos transmitir; otras veces, las gracias sale de muy adentro como si fuese un suspiro profundo salido de nuestro corazón. Hemos pasado en esta semana pasada por el quirófano para una intervención ocular. Ya habíamos pasado anteriormente por otros motivos y, naturalmente, estas circunstancias hacen que de muy adentro uno quiera mostrar su agradecimiento. Son momentos de esos que comentábamos. Las gracias al equipo médico y a sus auxiliares de enfermería y al personal todo del hospital, brotan como agua pura de manantial y no por la costumbre. Gracias. Al Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín. A sus gentes. A todas sus gentes. Muchas gracias.  

domingo, 14 de febrero de 2016

La Parca

La Parca ha visitado de improviso nuestro edificio y se ha llevado sigilosamente a un vecino, a un buen amigo. Hombre cordial, sincero y atento. Tal era Antonio. Siempre con la sonrisa en los labios y dispuesto siempre al cariñoso saludo que daba con la espontaneidad que le caracterizaba. Amaba la música canaria y participaba en una, en dos... en más rondallas. (Ha quedado en el aire mi petición -más en broma que en serio- de que me enseñara a tocar un instrumento). Hemos estado en el tanatorio para acompañar a sus familiares junto a sus restos y hemos rezado una oración por su alma aun sabiendo que no era necesario el hacerlo pues que él
era hombre bueno. Sobre su ataúd han colocado tres cosas en su recuerdo: una placa de la policía local a cuyo cuerpo perteneció un tiempo; un cachorro canario (su cachorro negro) para las parrandas, y su bandurria que no podía faltar en estos momentos. Seguro que desde el cielo mirará estas sus cosas, tan contento.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Fuera. Dentro.

Afuera, sobre el antiguo cauce del barranco Guiniguada, las gentes se aprestan a iniciar los ritos del Carnaval Tradicional, nombre con que se conoce ahora lo que unos años fue Carnaval de los Indianos. Afuera la gente va con ropa blanca, y blancos son los polvos que llevan para el ritual.

Adentro, en el recogido espacio catedralicio, otras gentes se disponen a escuchar a los querubines. Saben estas gentes de los Niños Cantores de Viena, y aseguran, entre ellos, que los niños cantarán como es seguro que cantan en el cielo todos los coros celestiales.

Los carnavaleros habrán salido de las batallas libradas entre ellos con los polvos de talco como arma, alborozados, pensamos. De la Catedral -podemos atestiguarlo- hemos salido todos con el alma henchida de gozo. No en vano, el espectáculo profano y religioso a la vez nos deparó una velada de canto angelical. Que lo digan, si no, quienes sentimos como se nos llenaba el alma de ternura oyendo (valga el ejemplo) a un pequeñín de ocho años cantar -él solito- el Ave María de Schubert en el silencio total del hermoso templo absolutamente abarrotado.